El tono muscular ha sido extensamente estudiado, sin embargo, su mecanismo sigue presentando algunos desafíos que son interesantes de ser desarrollados:
Los músculos que mantienen el tono se denominan “silentes”, ya que no son eléctricamente activos. Algunos especialistas sugieren que la definición del tono muscular debería ser revisada para proponer que el tono general del músculo está determinado por la elasticidad pasiva y la turgencia de los tejidos muscular y fibroso, y que la contracción muscular puede no ser continua, pero es una respuesta del sistema nervioso central al estímulo. Es una simple y efectiva explicación del mismo.
Por otro lado, la “estabilidad” articular ha sido defendida durante mucho tiempo y sin embargo, el papel del tono muscular en la estabilidad no está aclarado del todo. Las estructuras intrínsecas de cada articulación, – cápsula, meniscos, cartílagos y discos en la columna vertebral se consideran “aptos” de asegurar la estabilidad de la articulación si todos los tejidos son normales. Pero los tejidos intrínsecos antes mencionados resultan inadecuados para ofrecer estabilidad sin el refuerzo del sistema muscular.
Por consiguiente, los músculos “relajados” de una articulación estática son silentes con respecto a la actividad eléctrica, ya que nunca se ha observado que tengan actividad denominada “tonus” -la cual es probablemente una constante variación de la actividad tónica del lazo del sistema gamma que responde a un estímulo extremo-. Asimismo, el tono general se muestra como un aumento imprevisto de la actividad eléctrica cuando una persona se desplaza del centro de gravedad o una extremidad, por ejemplo: como sucede en la articulación glenohumeral del hombro, que se activa en abducción o anteversión desde la posición anatómica.
El tono muscular y el movimiento:
Entonces con todo lo explicado anteriormente se puede explicitar que el tono muscular es la energía potencial de un músculo. Incluso cuando están relajados los músculos presentan una ligera contracción que limita su elasticidad y ofrece cierta resistencia al movimiento pasivo.
Cuando un músculo está contraído aumenta su tono, la contracción fija la articulación y entonces costará más moverla. Cuando está relajada sucede justo lo contrario. Para que un movimiento resulte armonioso a la vez que se contraen los músculos que lo ejecutan (agonistas) deben relajarse los que se oponen al movimiento (antagonistas).
El tono muscular está íntimamente relacionado con la motilidad voluntaria y la postura y se mantiene mediante el arco reflejo miotático, modulado por los impulsos nerviosos que de forma continua recibe la corteza cerebral desde los sensores del músculo y que le informan sobre el grado de contracción muscular. Al mismo tiempo, la corteza cerebral transmite a los nervios los impulsos que ordenan a los músculos que se contraigan para mantener una postura o realizar un movimiento. De la integridad de las estructuras nerviosas y musculares depende un tono balanceado que permita posturas y movimientos armoniosos.
Fuente: “ Anatomía Funcional Biomecánica”, Rene Cailliet